La mujer que he elegido para contar su historia no es nada
conocida. Es una persona normal, la menor de tres hermanas, que ha trabajado
toda su vida y cuya historia no trasciende más allá de cualquier persona nacida
en 1948 cuya juventud se desarrolla en un entorno muy machista. Se trata de mi
tía Pura.
Nació en una pequeña aldea de la provincia de Ourense. Una
aldea alejada de la capital en donde la economía familiar no era muy boyante y
donde, siendo niña, muchas veces tenía que faltar a la escuela para realizar
algún trabajo en una de las muchas tareas agrícolas de las que la familia dependía
para subsistir y así contribuir a que no faltara algo que llevarse a la boca.
Como anécdota, que refleja la dureza del entorno en el que vivía,
me contaba que una vez en la escuela le sugirió a la maestra que le enseñara
como se hacía una “regla de tres”, ya que oía como otros niños (varones) vecinos suyos,
con los que jugaba en la calle, hablaban de dicho cálculo matemático. El maestro de estos niños les había enseñado como se realizaba dicha operación en la “escuela de los
niños” (en aquel tiempo las escuelas estaban segregadas y había una para niños
y otra para niñas). La respuesta de la maestra fue la siguiente: “—Para ir con una vaca al monte no necesitas
saber cómo se hace una “regla de tres”.
Esto creo que le marcó su vida.
Se empeñó en demostrar que
valía lo mismo que cualquier hombre. A finales de los años 60 decidió sacarse
el carné de conducir, siendo la primera mujer, en muchos kilómetros a la redonda
de donde residía, en conseguirlo. Esto le permitió encontrar un trabajo lejos de
su domicilio y, como ella decía, “para no depender de que ningún hombre la
mantenga”
En mi niñez, cuando nos juntábamos en mi familia por algún
evento, escuchaba como hablaban los mayores y siempre veía en mi tía un “algo”
que la diferenciaba de los demás. Algún comentario del tipo “—eso también lo podemos hacer nosotras, o a ver
si te crees que por ser mujeres no podemos hacerlo” siempre salía de su boca. Muchas veces nos hablaba, a mi y a mis primos/as de que
todos/as somos iguales y que ningún hombre está por encima de ninguna mujer ni
viceversa.
Yo, desde aquí, quiero poner en valor su contribución a la
igualdad entre hombres y mujeres que, aunque no trasciende más allá del entorno
familiar, a mi sí que me ha influido.
Considero que ella ha sido una valiente en el entorno que le
ha tocado vivir y en aquellos años en los que la sociedad no se lo ponía muy fácil
a las mujeres que querían prosperar por ellas mismas y que buscaba alejarse de cualquier
estereotipo de “mujer casada que cuida a su marido trabajador”.
Espero que os haya gustado mi historia basada en mis recuerdos familiares.
Un saludo.
Manuel R.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCompañero, me ha tocado evaluarte. Ha sido un placer leer un texto tan interesante y trabajado.
ResponderEliminarSaludos